Quiero agradecer a los jóvenes de diferentes iglesias y distritos de Monterrey que por el deseo de llevar su experiencia espiritual un paso más adelante del cognoscitivo solamente, decidieron llevar a la acción el amor que predicamos y vinieron al sur de Nuevo León, una de las zonas más marginadas del país, para compartir lo que recopilaron entre ellos y los miembros de sus iglesias juntos.
No son un club y definitivamente no son de una sola iglesia, sino que son amigos que se juntaron para hacer obra social. No tengo más palabras que ¡MUCHAS GRACIAS!
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