Los seres humanos con demasiada frecuencia tienden a tener una lucha desenfrenada por la supremacía y la venganza. Es común observar en nuestra sociedad ánimos de desquite y humillación del contrario.
Por lo general estos sentimientos que (aunque algunos se esfuerzan por hacerlos ver necesarios y positivos) son negativos no vienen solos, los acompañan la codicia, envidia y otros vicios igualmente dañinos.
La verdad es que mientras más se abrace y acaricie el deseo de vengarse sus raíces se profundizarán en el corazón, y traerá su cuota forzosa en la salud, y lo que es peor, no generará paz ni felicidad que es lo que piensa el vengador que encontrará.
Nuestro Señor Jesucristo, conociendo las luchas y pruebas que tendríamos que afrontar, dijo: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga." Mateo 11:28-30
El verdadero camino a la paz interior es a través de Jesús el amado Maestro.
"Es necesario que nuestros corazones sean enternecidos y subyugados por el amor de Cristo. Debemos cultivar el amor que él manifestara al morir en la cruz del Calvario. Debemos allegarnos siempre más al Salvador. Debemos orar más y aprender a ejercitar nuestra fe. Necesitamos más benignidad, compasión y bondad." CPI 526.2
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